viernes, 4 de mayo de 2012

Feliz cumpleaños, mi vieja


Mi vieja, al igual que mi viejo, es una muy buena persona. Mi vieja, como pienso a veces, es una buena tipa.

Es la buena tipa que sabe bien que esperar de uno y que no; y que aún así, a sabiendas de las imposibilidades que bien conoce, sigue con fe, con cariño esperando que un tipo a medio hacer logre sus cometidos, sus cometidos, buenos o malos, pero sus cometidos. A medio hacer no porque mi vieja hubiese hecho mal su trabajo, sino más bien, porque  para mi mala fortuna tengo una vida propia, a mi mamá no le quedó más que verme tomar mis propias decisiones. Decisiones estúpidas, obtusas, decisiones acertadas y decisiones terriblemente desacertadas. Y todo eso a la observación de una vieja que siempre está ahí, callada, presente. A veces, cuando mi alma se seca y quedo esperando a que el mundo me coma a golpes adversos, me doy cuenta que da igual... No todos pudieron tener una buena vieja (al igual que un gran viejo); nada es tan triste cuando uno se da cuenta de ello. Un gran cantador lo explica de a poquitos en una salsa que desgarra el alma a todo humano que sepa de que trata la canción: “que a pesar de los problemas familia es familia y cariño es cariño”.

Desde que tengo memoria ha estado ahí presente (no digo que papá no, pero en esta ocasión, será de mi madre quién hable esta vez), no recuerdo que hubiese tenido algún percance en el que mi mamá no hubiera estado ahí o, por lo menos, se hubiera enterado en algún momento.