Jorge Enrique Botero, periodista |
Albert Camus, periodista, filósofo francés y
ganador del premio Nobel de Literatura aseguró una vez que una prensa libre
puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que
mala. Puede que existan pésimos, terribles, lamentables periodistas; pero
también existirán comunicadores completos que procuren hacer su trabajo lo
mejor posible: contrastando la información, consultando una intensa variedad de
fuentes y, definitivamente, exponiendo tantos puntos de vista como sea posible.
De lo contrario, la prensa será mala y como
consecuencia su trabajo estará mal hecho; no informará bien a los ciudadanos,
no les permitirá una participación concienzuda y argumentada, no hará bien su
trabajo y puede, incluso, que los obligue ha pensar y decir cosas sin
fundamento.
Siempre es necesario que aún cuando sea
incómodo o sesgado, alguien, si es que los medios de comunicación no lo hacen,
muestre el otro lado de la moneda. Así, de pronto, la prensa será buena o mala,
pero no perversa.
Este es el caso de Jorge Enrique Botero, un
periodista que ha logrado destacarse en Colombia porque es un profundo
conocedor y admirador de las FARC, ha desatado fuertes polémicas y a quien se
le han cerrado las puertas a ejercer el oficio del periodismo en los medios
“tradicionales del país”.
Botero es un tipo que ha gozado de toda clase de
calificativos peyorativos como “publicista del terrorismo”, irresponsable y
anti-ético. Se le ha acusado de hacerle juego a la guerrilla y, aunque se
sostenga sobre argumentos medianamente sólidos, de simpatizante de las FARC.
Sin embargo, no se puede olvidar que ser simpatizante no lo hace parte del
grupo insurgente y, como el ha afirmado en varias entrevistas, una de las cosas
que más ha hecho es mostrar algo que el resto de los medios colombianos no
muestran del conflicto interno del país: el otro lado de la moneda, las
guerrillas como actores del conflicto.
Sean lo que sean, también son fuentes de
información, también son un punto de vista y las fuentes oficiales, avaladas
por el Estado no son las únicas a las que el periodismo debe consultar.
Francisco Tulande, reconocido reportero y
director de Radio Santa Fe, explica que Botero ha hecho un aporte al periodismo
aprovechando su cercanía con los grupos subversivos para retratar su actividad
en la ilegalidad; sin embargo, afirma que es una “apuesta arriesgada pues, como
la mayoría de los periodistas intentamos movernos únicamente dentro de la
institucionalidad, se puede mal entender sus movimientos; a pesar de eso le ha
dado información a los colombianos que normalmente les ha sido vedada
precisamente por su condición subversiva”; también afirma que lo bueno o lo malo
de su actuar como periodista lo dirán en el futuro las audiencias.
A pesar de las acusaciones que recaen sobre él
y su trabajo, ha sido galardonado varias veces en el extranjero. Premios como
“Nuevo Periodismo Iberoamericano” (entregado por García Márquez), “Premio Oro”
del Festival de Cataluña y “Premio Rey de España” son algunos de estos
reconocimientos recibidos.
DJ:¿Cuál es su visión del conflicto armado en Colombia?
J.E.B: Creo que es un conflicto con
unas profundas raíces sociales y políticas; está atado a la historia del país
en los últimos 60 años y es el fruto del espíritu excluyente y violento
demostrado por la negligencia de Colombia desde los años de nuestra
independencia hasta nuestros días. Es un conflicto derivado del despojo al que
han sido sometidos históricamente los campesinos de este país y se ha convenido
desde el punto de vista económico a un sector muy importante de la economía. Ha sido funcional a todas las políticas de
saqueo de recursos naturales que se ha implementado en las últimas décadas. Por
lo tanto, a pesar de que suene contradictorio ha sido muy útil para las grandes
trasnacionales, por ejemplo. El hecho de que el país sea peligroso para la
inversión extranjera ha generado que las empresas que llegan reciban todo tipo
de beneficios desde el punto de vista de los impuestos, desde el punto de vista
de las regalías que se quedan en Colombia y con eso han llevado unas ganancias
mucho más altas de las de países sin conflicto.
Es un conflicto que ha llegado a niveles de degradación
espeluznantes. Uno se pone a mirar la historia de la humanidad en los últimos
años y se encuentra con pocos conflictos tan crueles donde han imperado tal
nivel de degradación como el de los colombianos. Incluso esas imágenes tan
dramáticas de África, Sudán y los conflictos étnicos de áfrica que son muy, muy violentos se quedan en pañales junto el
grado de sadismo que ha caracterizado al conflicto colombiano.
Como esas historias de paramilitares ocupando
más de un día, asesinando todos los días sin clemencia, desde a mirada atónita
de todo el pueblo a decenas y decenas de campesinos, utilizando motosierras,
jugando fútbol con las cabezas de las personas, en fin. Unos niveles que
realmente hace que sea muy difícil que nosotros lleguemos a lo que otros países
han logrado que es el perdón, el olvido, la reparación de las víctimas; porque
yo creo que las generaciones que han sido victimas de ese nivel de crueldad van
a querer venganza y creo que lo que nos han pasado en los últimos años es una
cadena de venganza que parece no tener fin en la que ambas partes la
insurgencia y el Estado apoyados por los paramilitares, están cobrando sus
propios dolores y sufrimientos a costa de más hechos de violencia.
Creo que es posible ponerle punto final y este
periodo de diálogos pinta bien, yo diría que se observan buenos augurios para
ese proceso. Está bien diseñado y concebido, es un buen momento histórico para
que tenga punto final, confluyen muchos elementos que hacen prever un momento
exitoso de este nuevo intento. Entre otras porque si de aquí no sale un pacto
de paz me parece que tendremos que resignarnos por quinta vez a 20- 30 años más de tiros y muertos.
Decía Cano a Serpa, que era el jefe del equipo
negociador del gobierno de ese entonces en Caracas, cuando se rompieron las
negociaciones, “nos vemos dentro de 20 mil muertos más”. Entonces si esta
ocasión no termina felizmente, nos veremos dentro de 100mil muertos más porque
la tecnología también llega al campo de batalla y al Mono Jojoy lo mataron con
50 toneladas de bombas, póngale 10 tracto mulas cargadas a este man encima; eso
es muchísima tecnología y el adversario del Estado no se va a quedar con las
manos cruzadas; y habiendo plata y recursos pues por supuesto van a aparecer en
la escena los misiles y armas de destrucción masiva. Las guerrillas se van
a trasladar a las ciudades.
En fin, hay buenos augurios. El más interesado
curiosamente es justamente el que va ganado la guerra y no porque crea que ya
la ganó y que los adversarios se vayan a entregar así mansamente, sino porque
el modelo de desarrollo económico basado en la minería, los recurso naturales y
en los agro combustibles, en la producción de biocombustibles que necesita
plantaciones enormes y extensiones gigantescas de tierra, no puede existir con
la masiva presencia de guerrilla en las zonas que, precisamente, están pensadas
para hacer lograr estos proyectos. Entonces, paradójicamente es una urgencia
del Estado y del modelo de desarrollo la consecución de un pacto de paz. Todo
se junta. Me imagino que dentro de ese todo se puede incluir el estado de ánimo
del movimiento guerrillero que viene de asimilar una serie de muertes muy
fuertes que han recibido y que quizás han hecho pensar mucho desde el punto de
vista pragmático a muchos de los jefes de la insurgencia. También debe estar
pesando el cansancio. Me cuesta trabajo pensar que en unas circunstancias como
las de hoy se repitiera el episodio de la Unión Patriótica. No veo que eso sea
posible. Si eso sucediera otra vez y aniquilaran a las fuerzas políticas que
surgieron de un acuerdo, en los próximos meses, Colombia sería declarada por la
comunidad internacional un Estado fallido y creo que se nos cerrarían todas la
puertas; ¡hasta las de los gringos! Seríamos un país maldito si se repitiera el
terrorífico episodio de la UP, un partido político sacado de la escena a punta
de tiros, una vaina que no se ha visto en ninguna parte del mundo moderno.
DJ: ¿ha visto cohibido su derecho
a la libertad de expresión?
J.E.B: Sí, totalmente. Yo he sido
victima de la censura y de la intolerancia, he tenido que cargar con la
estigmatización a lo largo de 10 años. A
mí no me dan trabajo en ningún medio de comunicación colombiano. Quizá me publiquen
algo que tenga un valor periodístico indiscutible y que constituya una gran
primicia o algo así, pero desde que yo empecé a intentar mostrar la otra cara
de la moneda, el otro lado del conflicto para emparejar un poquito las cartas,
para que el público tuviera la posibilidad de acceder a otras fuentes y otras
miradas de la realidad; desde mismo ese momento empecé a ser victima de la
estigmatización. Generales del ejército de las Fuerzas Militares de Colombia
les decían a mis colegas que yo era el jefe de prensa del Mono Jojoy, señalamientos
dentro de los canales donde trabajaba, que era cómplice de la guerrilla y hasta
el propio expresidente Álvaro Uribe me acusó de propagandista de terrorismo, en
fin. Por fortuna, he descubierto que por fuera pagan mucho mejor ya que, mejor
dicho, aquí pagan precios miserables por trabajos que en otros lugares con muy
bien cotizados y muy bien pagados. Le pagan unos sueldos extravagantes a un
grupo de personas de los medios informativos y el resto los salarios dan pena.
DJ: ¿Ha recibido amenzas contra su vida?
J.E.B: Sí, por supuesto. Muchas. Ya
no me molestan tanto por el teléfono y hubo una temporada que era infernal,
incluso yo grababa muchos de los mesajes pero ya después me aburrí de esa vaina
porque eran amenazas de alto calibre, con palabras de “los bajos fondos”, de
parrillero mejor dicho, de parrillero de moto, de sicario. Me llegaban
sufragios a la casa invitando a mi entierro y expresando el pésame a mi familia
por mi muerte. Todo tipo de amenazas, seguimientos inmamables; se siente uno
observado, vigilado. Eso ha mermado, pero durante los gobiernos de Uribe fue
terrible.
DJ: Entonces, ¿ha cambiado la situación respecto al gobierno pasado,
comparado con el gobierno Santos?
J.E.B: Sí, sí, definitivamente. Los
ánimos se han calmado, se han atemperado los espíritus y las estigmatizaciones
se han reducido y esos señalamientos del gobierno a esas personas que osaban
criticarlo ya son cosa del pasado. Esas histerias de Uribe contra los
periodistas y contra todo aquel que le hiciera un señalamiento o una crítica
bajaron.
DJ: Muchos se preguntan y causa mucha curiosidad, ¿a qué se debe la
confianza que las FARC ha depositado en usted?
J.E.B: Son decenas, tal vez cientos
los periodistas que han tenido acceso a las FARC. Durante la época del Caguán
aquello era verdaderamente cómico: un desfile de gente de la televisión
europea, de la TV latinoamericana etc, entrando y saliendo de los campamentos;
aquello era una romería de periodistas. Entonces no sólo he sido yo. Pero son
muy pocos, somos muy pocos lo que hemos registrado la realidad de una manera
equilibrada, sin sesgos, sin mala intención. Las FARC fueron objeto de campañas
penosas desde el punto de vista periodístico, de descrédito, de deformación de
su pensamiento, de su forma de ser, de su propia vida interna, de su realidad
cotidiana; campañas demoledoras y totalmente artificiales, o con mentiras, o
con realidades a medias o con exageraciones de verdades en muchos aspectos. Entonces
yo no creo que las FARC hayan depositado su confianza en mi, no. Creo que las
FARC valora, y altamente, porque el contraste ha sido muy grande, el equilibrio
con el que yo me he acercado su mundo, frente a la agresividad con que han
cubierto su realidad los otros periodistas u otros medios. Pero si quiero
subrayar y dejar bien claro que ese equilibrio no ha significado nunca
complicidad, por ejemplo, o que mi trabajo haya derivado hacia la apología o
hacia la propaganda. De ninguna manera, y eso si, el otro día, en un debate
público por radio, me estaban señalando así y yo dije que yo retaba a que se
conformara un comité de ética, con las personas que quisieran para que
revisaran mi trabajo sobre el mundo guerrillero, sobre el conflicto armado
colombiano. A ver dónde hay algo apologético, es más, hay trabajos que yo he
hecho que son considerados por ellos, por jefes de las FARC, como ‘muy dañinos’
para su imagen. Un ejemplo de un trabajo que ellos consideran desequilibrado en
su contra es el documental “Bacano salir
en diciembre”, en el que el Mono Jojoy se reúne con un grupo de prisioneros
que tiene allá en su poder y pone los puntos sobre las ies, les dice las cosas
como son: descarnadícimamente y yo lo registre y lo mostré así. Es más, eso ha
sido utilizado 100 veces en propagandas contra la guerrilla por ONG’s y demás ¡y
eso es trabajo mío! ¿Con qué han ilustrado la crueldad de las FARC en las
campañas esas para invitar a manifestaciones contra la guerrila? Con imágenes
mías. Entonces yo no entiendo como es que yo soy cómplice de la guerrilla
cuando buena parte de mi trabajo ha sido utilizado para mostrar la supuesta
arrogancia y crueldad de las FARC. Sí, además de eso, buena parte de la
diligencia guerrillera de hoy está integrada por personas que fueron entrañables
amigos de mi juventud; cuando yo estudiaba en el Externado, la facultad de comunicación
tenía un consejo estudiantil que lo creamos nosotros. Y en ese consejo estudiantil
hacía parte de la Unión Nacional de Estudiantes universitarios —UNEU—, de la
cuál eran dirigentes Alfonso Cano, Andrés París, Leonardo posada... entonces,
por supuesto que eso ha hecho mucho más fácil mi acceso al mundo guerrillero.
DJ: Y bueno, usted también es de ideología de izquierda?
J.E.B: Yo no milito hace años. Tengo
una visión del mundo, por fortuna, marcada por una ideología. No me declaro
neutral, desde el punto de vista de mi interpretación del mundo, ni de la
realidad, ni de mis convicciones. Yo si, decididamente y sin rodeos, puedo
decir que tengo un pensamiento de izquierda , tengo una expectativa de mundo
que no es propiamente la que impera hoy. Yo creo que Colombia, o la izquierda
se merece una oportunidad.
DJ: ¿Y cómo ha influido esta forma de pensar en el hostigamiento
contra usted como periodista?
J.E.B: Mire, en un consejo de
redacción en cualquier medio de comunicación de hace 30 años o 25, 20 años era un debate de ideas, habían periodistas
con muy buena formación académica, cultural, intelectuales realmente; y lo que
se hacía en un consejo de redacción era debatir, y había ideas de confrontación,
etc. ahora estamos totalmente invadidos por el unanimismo en los consejos de
redacción, y estos se vuelven en escenarios para impartir órdenes: “usted esto,
usted lo aquello, que hay en política, que hay en aquello.. sea bien productivo
y no pregunte mucho y no joda mucho”… entonces es un unanimismo exasperante,
una pobreza que da lástima. Y si aparece una voz por allá, o dos o tres voces disidentes,
son muy mal vistas.
DJ: Usted estuvo durante el secuestro de un avión de Aires que salió
de San Vicente del Caguán. Puede parecer sospechoso que usted estuviera ahí
precisamente en ese momento, o así lo han expresado… usted sabía del secuestro?
De ninguna manera. Veníamos de hacer un trabajo
en la profundidad de la selva y llegamos corriendo a San Vicente del Caguán. En
el avión cerré los ojos, los abro y veo a un tipo con una pistola: “quieto todo
el mundo, cierre la puerta, blah blah blah” dando órdenes y pues, lo primero
que pensé es este tipo es paramilitar; este avión seguro va para córdoba, quién
sabe qué nos va a pasar, por ahí para sabotear el proceso de paz… el caso.
Fueron horas pavorosas. Imagínese, un avión de estos llenos de familias, las
mujeres lloraban, todo el mundo muy nervioso, jueputa, la tripulación no sabía
que hacer y el tipo estaba realmente muy alterado; y se toma unas pastillas ahí
y yo me decía a qué hora este señor se vuelve loco y empieza a matar a todo el
mundo.. y bueno. Cuando ya aterrizamos en Bogotá, ahí estuvimos en la pista de
aterrizaje como 6 horas y la cosa se calmó un poco. En eso yo le dije al tipo
“hermano yo tengo un radio arriba en el maletero, déjeme sacarlo y escuchamos a
ver que están diciendo”… y bueno, el señor aceptó porque la idea era hasta
buena. El tipo se relajó tanto que se guardó la pistola en la parte de atrás
del pantalón, se concentró en lo que decía la radio y es en ese momento que uno
de los pasajeros lo coge desde atrás, lo encuella, lo tira al piso, otro
pasajero se lanza, le quita la pistola y yo le cojo las piernas al tipo. Y
bueno, ahí llegó la policía, se lo llevaron y nos dejaron salir…
Qué idea más loca…
Al otro día me llamaron del tiempo y me escribí
una larga crónica, de una página entera con la historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario