Las razones son simples; son tan simples que se pueden condensar en una sola palabra: desahogo.
No habría adquirido ningún interés en escribir un blog de no ser porque se convirtió en una necesidad que se había mantenido latente por mucho tiempo ya. Escribir para que otros entiendan como me siento es triste y a mi modo de ver las cosas degradante, pero es la única solución que mi pobre intelecto emanó.
Otra razón (menos válida que la anterior, pero que debe considerarse) es que soy un romántico de esos que prefieren perder la vida antes que ver a la(s) personas que ama en una mala situación, de esos que escogen el suicidio como solución, no por cobardía sino por belleza y de esos que en realidad disfruta ver como los sentimientos afloran en los demás hacia los demás (sin importar cuán terribles y enfermizos sean).
Por lo demás, solo soy un aspirante a cadáver (al igual que quien sea que lea esto).
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