martes, 18 de septiembre de 2012

Continúa la lucha estudiantil chilena


El jueves 23 de agosto 10 mil estudiantes chilenos protagonizaron nuevas manifestaciones. Las marchas se realizaron simultáneamente en 14 barrios de Santiago de Chile y fueron convocadas por la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES). Finalizando la jornada de protesta, alrededor de 140 estudiantes fueron detenidos y 18 carabineros (policía militarizada) resultaron heridos, según cifras de la Intendencia Metropolitana de la capital chilena.

Profesores y centrales trabajadoras de todo el país se unieron a los estudiantes chilenos quienes desde junio del año pasado protestan para cambiar la Ley General de Educación. Esta deja al estado como un regulador de la educación y delega la educación superior y media a instituciones privadas.

Estas manifestaciones habían sido organizadas por la Confederación de Estudiantes Chilenos (CONFECH) en reclamo del financiamiento  de la educación por parte del Estado, por retrasos en becas y por problemas con la Tarjeta Nacional Estudiantil (TNE). Las marchas se habían detenido paulatinamente desde octubre luego de que el gobierno respondiera con proyectos de ley que aún hoy prometen asegurar la calidad y la cobertura de la educación de los estudiantes chilenos.

Sin embargo, el 25 de abril y el 28 de junio de este año se volvieron a presentar marchas con miles de asistentes; también se han presentado huelgas de hambre, paros de colegios y tomas en las instituciones educativas. Estas acciones cuentan con el apoyo de la comunidad universitaria, pero a diferencia del año pasado, el paro nacional de este 23 de agosto fue convocado por estudiantes de secundaria.

Walteer Quezada, estudiante y vicepresidente del centro de alumnos del colegio San Agustín de Chile, explica que las manifestaciones se han presentado porque existen desigualdades notables entre los colegios municipales (públicos) y los particulares. Dijo también que las protestas se deben a que los alumnos quedan en condiciones disparejas para presentar el examen PSU (Prueba de Selección Universitaria,  equivalente en Colombia a las Pruebas Saber), entre otros reclamos sobre la calidad de la educación y su costo.  “Lastimosamente ni el gobierno chileno ni los estudiantes han llegado a ningún consenso y, dada la cantidad de marchas convocadas, se ha dado pie a que ocurran incidentes en los que la fuerza pública  se ha enfrentado con los estudiantes en hechos violentos”, agregó Quezada.

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, durante una ceremonia pública en el palacio La Moneda,  se refirió ese 23 de agosto a las protestas como algo sin importancia: "En nuestro país hay 11 mil escuelas. Entiendo que hoy hay nueve instituciones que están en toma y eso es menos del 0,1% y, por tanto, si bien escuchamos a ese porcentaje, con mucha mayor razón escucharemos al 99,9% restante que lo que quiere es estudiar".

Por su parte, Patricia Camus, profesora de secundaria de una institución chilena, dijo que “estas manifestaciones son la reiniciación de las protestas del año pasado; el movimiento se había pausado por los problemas ocasionados durante el tiempo de las movilizaciones. Muchos alumnos tuvieron que repetir el año y la cantidad de los contenidos bajó notablemente”. Camus también afirmó que “uno de los motivos de tal receso es que el gobierno continúa manteniéndose intransigente ante los reclamos de los estudiantes y eso ha retrasado el proceso de consenso entre el Estado chileno y los jóvenes”.


La dificultad en torno a la educación es que esta es tanto un derecho como un servicio y la apuesta sobre la gratuidad en la educación depende no solamente de la voluntad de gobierno sino también de su capacidad para sostenerla. Jorge Riveros, profesor de Políticas Públicas en Educación de la Universidad Externado de Colombia, explicó que es por este motivo que “las exigencias de los jóvenes chilenos se pueden considerar pero luego de un largo proceso de diálogo y ajustes de las demandas con los estudiantes. Una de las fallas del movimiento estudiantil chileno reside en que no existe una plena actitud conciliadora y están desaprovechando la oportunidad de una verdadera negociación con el gobierno”.

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